sábado, 25 de agosto de 2012

Sudáfrica lloró a los 34 mineros masacrados por la policía

Miles de personas asistieron hoy para despedir a los trabajadores asesinados en el campamento minero de Marikana.

Una multitud acudió hoy a una emotiva ceremonia de despedida de los 34 mineros muertos en la masacre de la mina de Marikana, donde resultaron muertos por disparos de la policía durante una huelga hace una semana. Es considerado el episodio más sangriento ocurrido en ese país desde el fin del régimen segregación racial.


Miles de personas estuvieron en el servicio religioso celebrado en el campamento minero de Marikana, a escasamente un centenar de metros del lugar de la matanza, en un acto marcado por el dolor de las familias y la indignación de los compañeros de las víctimas, que continúan en huelga por trigésimo día consecutivo.

"Mi corazón está roto, como el de las familias. La policía nos está matando", afirmó Benet Maganisa, minero en la explotación de platino de Marikana, que gestiona la empresa Lonmin y está a unos cien kilómetros de Johannesburgo.

"Es muy triste que nuestros compañeros hayan muerto en vano", sostuvo Aubrey Ziza, otro trabajador de la misma mina. La emoción por el recuerdo de la masacre y un calor asfixiante hicieron que un gran número de familiares de los fallecidos perdiera el conocimiento, y tuviera que ser atendido por los servicios sanitarios.

Además, líderes de distintas congregaciones cristianas oficiaron los diferentes actos de conmemoración que tuvieron lugar en diversas minas y ciudades del país, en los que se mezcló el duelo con los mensajes políticos.

"Nosotros trabajamos duro y los extranjeros (las compañías mineras) se llevan los beneficios", llegó a decir un sacerdote desde el escenario en Marikana. "Señor, te pedimos que guíes a nuestro Gobierno para que no hagan cosas impropias y se rodee de la gente adecuada", agregó.

Pese a las llamadas de los líderes religiosos a no politizar la muerte de los mineros, la tragedia se ha convertido en un juego político, con el Gobierno de Sudáfrica tratando de lavar la imagen y sus adversarios resaltando la crisis social que ha desencadenado la huelga en Marikana.

La huelga en la mina ha puesto de manifiesto la fractura de un país que atesora enormes recursos, pero que apenas ha logrado reducir las diferencias sociales heredadas del "apartheid", el régimen de segregación racial impuesto por la minoría blanca hasta 1994.

La mina de Marikana, donde la gran mayoría de los empleados secundan una huelga desde el pasado 10 de agosto, permaneció parada hoy en memoria de los fallecidos y para permitir que sus 28.000 trabajadores acudan a la conmemoración.

Pese a la "tregua" declarada entre las partes en conflicto debido a la conmemoración de la tragedia, la situación continúa siendo tensa en la explotación, al tiempo que el conflicto se extiende a otras minas de la zona.

El presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma, que no acudió a las celebraciones en el poblado minero, anunció hoy la composición de la comisión judicial de investigación que deberá esclarecer los acontecimientos de la matanza, y la muerte de otras diez personas, entre ellos dos policías, al inicio de la huelga.

Fuente: agencias

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